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[Novela] Brillo en el ocaso.

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MensajeEscrito el 30 Dic 2006 08:46 pm
Brillo en el ocaso

Fue cuando sentí su olor, en ese instante, supe que el no estaba jugando. El hálito putrefacto emanaba de todo su cuerpo, solo mi sed de venganza evitaban que me cayera de espaldas, por el repulsivo aroma que exhalaba por sus escamas. Podía ver como en su interior se retorcía el collar, podía ver el brillo, incluso daba la impresión de que mis manos estuvieran tocando el metal frío y precioso, que hacían que emprendiera mi arriesgada aventura, cuando levanté la espada, si, fue cuando la levante, el momento preciso en el que abrió los ojos. Fríos, pero poderosos, capaces de traspasar mi armadura y ver mis intenciones, el momento que el dragón me dio para decidir si correr o atacar había terminado. Pero yo era y seré orgulloso, temerario. Fiel al honor de mi casa, luche hasta acabar con el. Mi brazo fue en precio bajo para la recompensa, ya que ahora, tengo entre mis manos, el filo inquebrantable.
¡Brilla nuevamente Karlómë! ¡Renace, Brillo Crepuscular!


Capitulo 1 – Entre la espada y el Rey
Sentía como si una aguja entrara en su brazo, el dolor era indescriptible, pero aún así no tenía derecho a parar. Su destino era otro, y nunca arriesgaría la vida, para desfallecer luego. Por mientras luchaba contra la muerte, gano el cansancio y lo doblegó, cayendo sobre la verde hierba, luego llegaron jinetes… que lo tomaron y lo llevaron a un lugar desconocido.

Al abrir los ojos, Menegelin miro hacia ambos lado, y lo que vio era desalentador: Estaba encerrado, y más extraño aun, tenia el brazo cuidado. Desesperado busco una salida, pero encontró solo murallas y barrotes. Fue cuando golpeaba a uno de ellos cuando vio a un desconocido, inclinado sobre el, observándolo. Permanecieron mirándose en aquella extraña situación, cada uno intentando predecir los pensamientos del otro, hasta que la voz del desconocido rompió el inquietante silencio.

—La verdad Menegelin, fue una suerte que Balthaur te comiera el brazo. —dijo.

—¿Y, como sabes mi nombre? —respondió con enojo Menegelin.

—Calla, pequeño bocón. Por lo que veo la imprudencia pasa de generación en generación en lo que a baja casta se refiere. Pronto sabrás para que y porque estas aquí — Una mirada maligna cruzo por los ojos del desconocido—, por ahora, solo debes saber que yo estoy armado, y tu acabas de perder tu espada. — dicho esto, desenfundó la espada que antes estuvo en el vientre de un dragón, la cual irradiaba un brillo cegador, que a ambos hizo entrecerrar los ojos. —

—¡Ahora soy yo, Denother, hijo de Lithenor el que sostiene Karlómë, no tu sucio hijo de Arcthelin —.

—¡Devuelve mi espada, en el nombre de Elin! —

—De nada sirve el nombre de tus antepasados, despojo humano. Ellos ya están muertos ¡Al igual que tu! —

Si el orgullo, y la confianza en la victoria, no hubiesen cegado los ojos de Denother, habría visto la sed de sangre que había despertado en Menegelin, y seguramente hubiese caído de rodillas, de solo ver la mira cargada de furia y venganza. Pero Denother solo pensaba en acabar con esto, y levanto la espada, con la intención de matar., pero en el libro del destino, estaba escrito otra cosa.

Menegelin, viendo el filo acercarse, sujetó el filo entre sus dedos, aprisionándolo, sin recibir ni un rasguño. Miro con sus ojos azules, que en aquel momento eran mas penetrantes y brillantes que un hielo, al que intento asesinarlo.

—Mira mis ojos, maldito cobarde, pues será lo ultimo que veras —y con solo con la fuerza de sus dedos logro arrebatarle la espada a un atónito enemigo —Denother, hijo de Lithenor—. Un viento cruzo la celda, la cabeza de Denother estaba en el suelo.

Con la misma espada que lo decapitó, lo atrajo a si, para buscarle las llaves, que lo sacarían de aquella prisión. Encontrado su objetivo, salio por sus propios medios de aquella celda en al que estaba, camino por el pasillo hacia una luz que una puerta sin cerrar dejaba ver. Abrió la puerta y ante el estaba una recámara que mostraba lujos inconfundibles, reconoció la belleza del sitio y supo de inmediato que su vida volvía a correr peligro: Era la recámara del hijo del rey del reino oeste. Había asesinado a un príncipe. Limpió la espada en las suaves cortinas, vio por una ventana, estaba en una torre enorme, y debajo de ella cruzaba un río. No lo quedaba otra opción, salto hacia el vacío, esperando caer en el agua, y esperando encontrar respuestas.

Por RattaMono

Claber

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Cauroshigo Pirinola

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MensajeEscrito el 30 Dic 2006 10:10 pm
Me ha parecido interesante apesar de que la temática no es de mis preferidas. Te aconsejo que cuides algo más la ortografía. Enhora buena, síguela.

Por Discordia

139 de clabLevel



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msie
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MensajeEscrito el 31 Dic 2006 08:01 am
una historia muy al estilo medieval, me gusto pero estoy de acuerdo con Discordia, hay que cuidar la ortografía, como el acomodo de las comas, ya que en unas partes, confunde, al lector, si agregas varias, pautas a la, historia :wink:.
Denother, Lithenor, Arcthelin
:?

Por open_eye

46 de clabLevel



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Humano hostil

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MensajeEscrito el 31 Dic 2006 08:57 am
No soy un experto en ortografia, pero se una regla basica:
el: articulo (Ej, el caballo) | él: persona (Ej, él fue)
tu: posesivo (Ej, tu casa) | tú: persona (Ej, tú no debes hablar)

Estoy acostumbrado a historias mas explicativas, pero bueno, cada uno escribe como quiere. Me hiciste acordar a las historias para chicos, que se dan pocas descripciones de todo.
¿Como agarra la espada con una sola mano sin que se la rebanen en el intento? y ¿Puede sobrevivir alguien en esa epoca con un brazo amputado?

Por Dientuki

Claber

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Front-end Ninja

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MensajeEscrito el 31 Dic 2006 02:52 pm
SI de hecho es una historia para niños, que sirve para enseñar la lengua Eldarin (El lenguaje que se habla en el Silmarillion y en El Señor De Los Anillos, que varía según la localidad)

También la historia nunca iba a tener una continuación, ya que terminaba luego, por eso la corte antes y ahora escribo un segundo capitulo mas interesante, con mas ortografía, y dicho sea de pasada, no es una historia para niños xD

Gracias por todos los comentarios

Por RattaMono

Claber

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Cauroshigo Pirinola

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MensajeEscrito el 04 Ene 2007 03:39 pm
Capitulo 2: El Daño de Elin

El impacto con el agua distrajo mis sentidos, pero había escapado, solo faltaban las respuestas. En mi cabeza resonaban las advertencias de mi padre, sobre ir a la búsqueda de Karlómë, cuyo filo era célebre en toda balada que hablara de honor, pasión y valor.

Miré mi mano, sangraba, una estela rojiza quedaba tras de mi, el agua hacía arder mis ojos, y tenía en mi conciencia un nuevo peso. Pero no importaba. Me centré en lo principal y miré bajo el agua; Karlómë estaba sujeta. Lucharía contra todo por asegurar este filo, contra viento y marea. Sería capaz de enfrentarme a los mismos dioses, con tal de tenerlo al cinto. Ni mi padre ni mi madre me detuvieron, entonces nadie lo logrará. Levanté la cabeza para respirar, y la vi a ella, a aquella belleza inconclusa, ya que aún no alcanzaba la madurez de edad, que la hacía tan pura como las aguas del lago espejo Andeithel. Era como un haz de luz, al borde del río, solo su visión era como una mano salvadora. Detrás de ella había un bosque, que gracias a ella parecía inundado de luz y paz. Sin pensarlo salí del agua, y me acerqué a ella como un torpe. Empecé a recorrerla con los ojos, su impresionante forma, y sobretodo, el cabello. Ese fino oro oscuro, que caía como una cortina de agua sobre sus preciosos pechos. El solo verla me estremeció. Cuando sus ojos suaves, como alas de mariposa, se posaron en los míos, retrocedí. Y cuando inclino la cabeza hacia su hombro y pregunto por mi nombre, caí de rodillas, y tuve que apoyarme en la empuñadura y mi voz sonó como el graznido de un cuervo.

—Menegelin. —atiné a decir, olvidando mi honor y mis antepasados

—Yo soy Thaliomel, la medioelfo. —

—Thaliomel… —repetí como un idiota.

Levante la vista, para ver su dulce rostro de nuevo, pero tuve que bajarla antes, para ver como dejaba caer su vestido, y el peso de ese acto fue tan grande, que no pude volver a subirlos, porque sabía que había algo mal. Viví años con los elfos verdes, con criaturas de la luz. Conozco como son, y hay actos que nunca cometería ningún elfo, uno de ellos era “entregarse” a un extraño. Los elfos podían andar desnudos sin problemas, pero ella… ella se desnudo delante de mis ojos, ella lo hizo a propósito, y solo pensar el propósito me estremeció. Sabía que debía hacer, a riesgo de perder su imagen, hablé.

—Tú no eres élfica —dije, levantando la vista. Pero su piel ya no me producía excitación, me producía temor, como un oscuro secreto que esta por revelarse

Una mueca de desagrado cruzo su rostro. Fuera lo que fuera, no le agrado mi comentario, y su ternura se fue tan rápido como la dulzura, y las palabras no se hicieron esperar.

—¡Maldito asesino! Si supieras amar me darías… —se le dulcifico la voz y el rostro— Perdón. Me darías algún presente —caminó hacia a mi y me abrazó. A pesar de suponer que era malvada, aún así su belleza era tan grande que aquel abrazo me hipnotizó, y sentí como su mano se encaminaba hacia mi cintura, hacia mi cinto. Hacia Karlómë.

Seguro de la verdad, y sacando los deseos de mi mente, retrocedí y rasgué el aire con mi espada. Puse la espada en una buena posición para admirar el filo, al costado de su cuello, pero no lo corté, buscaba respuestas, y las iba a encontrar.

—¿Qué criatura élfica se interesa por artes bélicas, Thaliomel? ¡Dime tu nombre, maldito impostor! O sino, te partiré en dos. —mis ojos ardían como arden todo ante un engaño

La antes doncella, parecía ahora un roedor asustado, el temor se podía oler a través de su falsa piel.

—¿Ya no hablas? —le pregunté— ¿Se te acabó la voz, bella Thaliomel? —

El inquietante silencio envolvió la esperanza del bosque, era un silencio tenso, un contraste a lo pacífico. Era como el silencio antes de la batalla, un silencio frío y mortal.

Fue cuando la vi; Esa niña amarrada a un alto árbol, amordazada. Su impresionante forma, y sobretodo, los ojos. Un par de zafiros que penetraban la más fuerte armadura. El solo escuchar sus gemidos me estremeció. Cuando sus ojos fuertes, como rayos de sol, se posaron en los míos, retrocedí. Y cuando rodó una lágrima por su mejilla, se encendió una llama en mi pecho, olvide las respuestas y Karlómë canto, y el canto fue mortal para el impostor.

No tuve que preguntar, sabía que ella era la real Thaliomel. Me lo decían sus ojos que palpitaban frente al terror vivido. La solté cortando una de las lianas, y la atajé con mis brazos. Se paró, y me levanto la cabeza para que la viera, pero al igual que un niño, escondí la vista.

No podía verle esos ojos, eran demasiado puros, demasiado bellos para un asesino, alguien que mato sin razón, que fue cruel desde el momento de nacer… ¡Era una tortura! Pensé en algo que decir, algo que no la hiciera sentir mal, y a mi no me dejara como idiota…

—¡Hola! —mierda— ¿Quién eres? —.

—¿Quién eres, porque me has salvado? —pregunto ella, asustada.

—Perdonadme, soy Menegelin Círyon, hijo de Arcthelin el Sabio. —

Al pronunciar el nombre de mi padre, vi como brillaron sus ojos. El miedo había desaparecido de ellos, y se transformaba en enojo.

—Famoso es tu padre, por lo que cuentan las historias. Pero tú Menegelin no eres conocido. Soy Thaliomel, de los elfos del norte, y mi casta no importa, como tampoco importa la tuya. Solo importas tú Menegelin, no vivas detrás de la gloria de tu padre. El asesino de mi pueblo. —

Sentí esas palabras como una bofetada. Y me dolió mas no por lo que dijo, sino por que era verdad. Debido a ella y su mirada furibunda, obvié mi orgullo, y continué con el asunto que más me importaba: quien era el impostor, y porque quería a Karlómë.

—Perdonadme, bella Thaliomel —me sentía como un imbécil—. Ahora dime ¿Por qué quería aquel impostor mi espada, y porque te tenía cautiva? —

—Simplemente porque posee a Gorgûliath, La Maldita Hechicera Nocturna. —

Un escalofrío recorrió mi espalda. Gorgûliath, la espada hermana de Karlómë. La espada que confundía y trasctocaba las cosas. La espada que estuvo trescientos años seguidos bajo el poder de Seregring, su forjador. La espada maligna que cuando tocaba sangre brillaba, la espada que siempre traiciona, la espada que exterminó a mi pueblo, cuyo poder contrarrestaría yo con Karlómë. Gugûliath, el Daño de Elin, había vuelto.
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Si les sigue parenciendo para niños, perdon, pero me cuesta separarme de mi antiguo modo de escribir, era mas facil xD

Por RattaMono

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