El ruido de las gotas de lluvia se puede escuchar muy bien dentro de la jaula, es pequeña con barrotes fuertes y bien soldados. Esta en una pequeña jaula en una habitación de la casa, muy cerca del garaje, tiene una pequeña ventana por la cual se puede ver como el agua corre por el vidrio, todavía es de noche y no falta mucho para que amanezca.

“Lluvia, esto no es lo peor que me trajiste, pero se esta acercando mucho”

Está tirado en el piso, con la poca luz alcanza a ver las puntas de las flechas, ya casi ni las siente. Con la mano derecha rompe la punta de la flecha del hombro, espera un poco a que pase el dolor de moverla y se la saca de un rápido tirón por detrás del hombro, grita del dolor y del esfuerzo. Rompe un pedazo de la remera y la usa para frenar la poca sangre que brota de la herida. Espera unos minutos a que pase el dolor y a poder usar su brazo izquierdo otra vez.

El tiempo parece no pasar. Mira a través de la ventana buscando consuelo, o salvación, sin saber si este es su último día o no, sin saber para que lo necesiten vivo, sin saber como escapar de allí.

El dolor pasa un poco, el brazo todavía no tiene fuerza pero lo puede mover, ahora va a sacar la otra flecha. Agarra con ambas manos la parte de atrás, tratando de no moverla mucho la rompe y luego la saca de un fuerte tirón. Grita con ese movimiento, duele tanto como cuando entro, nada más que ahora tiene otro agujero para tapar. Rompe otra vez la remera y tapa la herida. Ahora solo hay que descansar un poco.

Observa a su alrededor buscando algo que le pueda ser útil para escapar, pero encuentra que la habitación esta completamente vacía. Mira desesperanzado a través de la ventana, pensando alguna forma de salir de allí.



Luego de un rato la puerta de la habitación se abre dejando pasar un poco de luz. Ahora se puede observar un poco mejor, hay un poco de suciedad en las esquinas junto con algunos tornillos. En la puerta se encuentran dos personas, la luz detrás de ellos no le permite ver sus rostros.

—Hola Cliff, es un gusto conocerte, tenemos que hablar.

Cliff no responde, solo se limita a mirarlo a donde supone que están los ojos de la persona que cree que le hablo. La situación se mantiene unos instantes hasta que una de las personas entra a la habitación y enciende una luz. En la puerta esta Jhon, Cliff lo mira con una expresión interrogativa, buscando una respuesta, Jhon se limita a mirarlo haciendo su mayor esfuerzo para mantenerse serio. La otra persona se acerca un poco a la jaula, mirando detenidamente a Cliff.

—¿Cómo estas?

Cliff gira la cabeza para mirar a la persona que le habla, viste una remera blanca pegada al cuerpo, no tiene músculos a la vista pero tampoco tiene panza, pantalones de jean y unos zapatos militares terminan de vestirlo. A pesar de su aspecto más informal, si le miran con atención la cara pueden verse rasgos de que no es esa su profesión, la forma recta de la cara, la indiferencia en su mirada, el peinado a un costado y su cutis sin defectos hace parecerlo como un ejecutivo. Cliff lo mira con desconfianza, temiendo lo peor.

—Es lógico que no quieras hablarme, pero tenemos que hacerlo.

Cliff continua callado mirándolo fijamente mientras habla.

—Hace tiempo que estamos notando que algo sucede, el ambiente esta cambiando, se esta volviendo tenso, suceden cosas que antes no, hay gente nueva cerca dando vueltas, mas moviendo, ¿creo que me entiendes? Quiero que me digas todo lo que sabes.

—¿Y que vas a hacer después? ¿Matarme? No te voy a decir nada.

—Si, tenes razón, pero antes de hacerlo quiero saber todo lo que sepas. ¿Conoces el dolor? Tengo amigos que pueden enseñarte su significado una y otra ves por puro placer, así que elegí, morir rápido y sin dolor, o, bueno, creo que ya te imaginas.

—Déjame pensarlo con la almohada, hoy tuve un día largo, mañana cuando me traigas el desayuno te digo.

La mirada de los dos se cruza y podría decirse que salen chispas de ese bruto y fuerte choque. Jhon mira toda la escena con un enorme pesar. El cazador gira sobre sus talones y sale por la puerta, Cliff mira a Jhon como lentamente se da vuelta y sale por la puerta con una enorme tristeza en su rostro.



Otra vez en compañía de la noche, de la soledad, y de sus pensamientos que vagan solos pensando en él y en ella. Cierra los ojos y recuerda el último momento juntos.