“Lluvia, ¿Qué mal me traerás hoy?”
El auto pasa, él continua preguntándole a su Dios. Baja la cabeza hasta mirar el piso, sin recibir respuesta, sin saber que pronto la sabrá, y cruza la calle mirando hacia delante.
“Una cuadra mas por caminar, una cuadra menos hacia mi casa”
La lluvia ayuda a ocultar muchos ruidos y muchas figuras, no se percata que hace una cuadra lo vienen siguiendo tres hombres, tampoco los puede percibir, no son de su raza. Caminan y frenan junto con él para evitar ser descubiertos, se acercan lentamente y en la próxima esquina ya será un blanco muy fácil. Los tres hombres visten ropas similares, pantalones un poco abrigados y unos abrigos livianos, están armados con una ballesta y algunas armas de fuego por si se encuentran con alguna persona común.
Continúa caminando con su ritmo tranquilo, pensando, meditando, cuestionándose, y llega a la próxima esquina. Escucha un zumbido que lo ejecta a la realidad pero no alcanza, de un instante a otro comienza a sentir una fuerte punzada en su hombro izquierdo que lo obliga a gritar muy fuerte. Se agarra el hombro y algo le pincha la palma de la mano, alcanza a ver su mano llena de sangre y algo con un poco de brillo que le sale del hombro cuando de nuevo siente otra punzada, esta vez es justo detrás de la rodilla derecha, grita otra vez y cae al suelo sobre su hombro sano, por suerte. Los tres perseguidores se acercan rápidamente, uno de ellos hace una señal hacia la oscuridad e inmediatamente un auto inicia su marcha hacia ellos.
Sigue en el piso, confundido por el dolor, no entiende que esta pasando. Intenta pararse y uno de ellos lo patea detrás de la rodilla sana, se dobla del dolor y esta ves cae del otro lado, vuelve a gritar, ahora más fuerte que antes.
—¡Cállate! —ordena uno de ellos mientras le pega con la culata de su ballesta en la cara.
—¡Para! —ordena otro— ya esta inmovilizado, no hace falta seguir maltratándolo.
—¿Por qué lo defiendes? ¿No te das cuenta de que ahora es uno de ellos? En el menor descuido te va a matar.
—Esta inmovilizado, no puede hacernos nada, y recuerda que hay que llevarlo vivo.
—Esa es la única razón por la cual no lo estoy matando ahora, pero nadie dijo que no podía pegarle un poco.
El auto llega desde las sombras y se estaciona un poco delante de ellos.
—¡Dejen de discutir los dos!, ¡Ya! y súbanlo al auto.
Los otros se miran mutuamente con cara de odio, pero deciden dejar su pelea para más tarde, uno lo toma de las piernas y el otro de los brazos, mientras el tercero abre el baúl. Lo tiran adentro, se suben al auto y escapan de allí.
Dentro del auto todos se encuentran callados y muy serios, salvo el conductor que se percata muy bien de la tensión de sus compañeros.
—¿Qué paso allá afuera?
Los que están atrás se miran entre ellos como si la pelea continuase y no responden, el acompañante es el primero en hablar.
—Randall le pego un culatazo con la ballesta al vampiro, y Jhon bonachón se...
Jhon que se encuentra detrás de él le da un cachetazo en la cabeza— No me digas Jhon bonachón.
—Parece que hoy Jhon esta sensible —bromea el conductor.
—Si, bueno, como te decía, Jhon se enojo con Randall y comenzaron a discutir un poco
—No estoy sensible... ese vampiro que hay acá atrás era amigo mió, todavía lo es.
—Ya te lo dije antes, ante el menor descuido te va a matar y a ellos no les importa quien seas, para ellos sos carne fresca.
—Jhon, Randall tiene razón, a la mas mínima oportunidad te van a comer, y Jhon también tiene algo de razón en todo esto, ya estaba inmovilizado, no era necesario pegarle.
Las palabras no alcanzaron a calmar mucho los ánimos, por lo que las miradas de desprecio entre ellos continuaron todo el viaje hasta su cuartel en los límites del centro. Es una casa antigua de color blanca de dos pisos, techo a dos aguas con tejas azul claro, todas las ventanas están cerradas dando una impresión de que es imposible entrar allí. El auto sube hacia el garaje que esta a la izquierda de la casa, toca bocina y espera que alguien de adentro le abra.
Una vez que el garaje se cierra los ocupantes del auto se bajan y se paran cerca del baúl, apuntando sus ballestas hacia él. La persona que cerro el garaje se da vuelta y abre lentamente el baúl. El vampiro dentro esta conciente, pero no puede luchar o defenderse, por lo que se queda inmóvil.
—¿Qué esta pasando Jhon?
—No lo se Cliff, nos ordenaron traerte vivo.
—Dejen de parlotear —interrumpe Randall— hay que llevarlo dentro, tenemos que hablar con él.
El conductor y el acompañante sacan a Cliff del baúl, luego el acompañante lo lleva a una jaula dentro de la casa.
