EN EL BANQUILLO DE LOS ACUSADOS
Llegó el día de dejarla
Porque así lo quiso Dios
La di un beso y un adiós
Y me marché sin mirarla,
Porque si otra vez la miro
No me marcho de su lado
Antes de que hubiese dado
Junto a mí el postre suspiro,
Salí, la puerta cerré
Y con la mirada incierta
Falto de valor lloré,
Allí dentro me dejaba
Mis ilusiones, mi vida,
Mi felicidad querida,
La mujer que yo adoraba,
Que mi existencia endulzó
Diez años con su presencia
Y al marcharme mi existencia
Allí dentro se quedó.
¿Viví? No, existí no más.
Un año estuve sin verla
Pero dejar de quererla
Eso no lo hice jamás,
Mi amor estaba dormido
Mas no muerto, señor juez.
Un día la vi otra vez
Y ese día me ha perdido
Iban muy juntos, los vi,
Y sentí en el corazón…
Rabia…locura… pasión…
Algo que nunca sentí,
Mi cerebro hecho un volcán
Vete detrás me decía
Esa mujer me atraía
Como el acero al imán
Y caminado gran trecho
Yo detrás y ellos delante
Sintiendo mi alma bullir
Tristes deseos de muerte
Y maldiciendo mi suerte
Que me decía morir
¿Cómo ocurrió? No lo sé
En vano he de recordar
Solo sé que vi brillar
Un cuchillo que saqué
El hombre al punto a mis pies caia,
su suerte así lo quería,
más lo maté pecho a pecho,
A ella quise perdonarla
Ya me iba señor juez
Lo mismo que la otra vez
De su lado sin mirarla
Pero ahí un grito maldito
De su garganta escaparse,
Grito que vino a clavarse
En mi alma, maldito grito
Con aquel grito inspiraba
La mujer tal sentimiento
Que lanzando un juramento
La miré y vi que lloraba
¿Llorar? Llorar por el que moría
Maldiciéndome quizás
Nadie ha sufrido jamás
Lo que yo sufrí aquel día
Mirándola enloquecía
y maldije mi existencia,
y dije...ya no hay clemencia
ni para él, ni para ti.
Y extraído por el mal
Perdida ya la razón
Supe hallarla el corazón
Con la punta de el puñal
Y esta es la historia de todo
No quito nada ni aumento
A mi suerte me acomodo,
La maté porque una ingrata
no puede inspirar clemencia
firme usía sentencia,
¡justo es que muera el que mata!.