Cuál es el problema señores? Nosotros, simples e ignorantes mortales no lo comprendíamos. Erroneamente explicábamos este fenómeno diciendo que prohibía usos avalados por la ley, que perjudicaba a los usuarios que aún pagaban por su música, que tenía tufillo a monopolio y más que nada que era un sistema ridículo destinado a la perdición.
Nada más ajeno a la realidad. Lo que propuso el enviado del cielo (aka el iluminado) fue que el problema es el nombre.
Si, damas y caballeros, el problema con el DRM es que el nombre no transmitía las ventajas que este sistema significa para nosotros, los usuarios. Porque DRM tiene por único propósito mejorar nuestra experiencia. Y así propuso:
Cambiar el nombre.
Por Digital Consumer Enablement.
Un genio.
La noticia en Wired
Vía Slashdot